miércoles, 10 de mayo de 2017

Ahora que están de moda las etiquetas.

Hoy en día no sólo está de moda poner etiquetas a todo el mundo, sino también juzgar por ello. Además, cada etiqueta da lugar a otras muchas asociadas automáticamente. No se puede ser taurino sin ser un sádico, ni se puede ser ecologista sin ser vegetariano. ¿No resulta ridículo? Nos rodean las etiquetas, ya sea para taurinos o antitaurinos, ecologistas, animalistas y un sinfín de “-istas” a los que cada vez encuentro menos sentido. En la vida no todo es blanco o negro y no hay un bando bueno y uno malo; ni siquiera debería haber bandos. La convivencia se basa en la educación y en el respeto hacia las demás personas, pero eso se está perdiendo a pasos agigantados. Me considero una firme defensora de los animales y a ellos les dedico mi vida, no sólo durante el horario laboral, ¿por qué entonces se me ha de colocar la etiqueta de asesina, bárbara o salvaje?


Tuve la maravillosa suerte de vivir desde que nací en una ganadería brava y cada día he aprendido a conocer un poco más todas las luces y sombras que encierra este mundo. Sé que es duro asumir la sangre en el ruedo y entiendo que el que no conozca nada de la tauromaquia, saldrá asustado de la plaza y con una visión aterradora de este bello arte. Ésa es la imagen que tiene la mayor parte de los antitaurinos en la cabeza, pero es culpa nuestra. Durante demasiados años se han cerrado las puertas de las ganaderías y se han explotado los festejos sin importar las condiciones de los mismos; se han cometido muchísimos despropósitos que ahora están pasando factura.
Para salvar esto hace falta renovar muchos detalles, pero también cuidar otros. No se puede seguir escondiendo la vida del toro en el campo, no se puede consentir que salgan novillos con cuerpos de cuatreños en las novilladas con chicos que apenas han empezado a torear, en las plazas más importantes se tiene que dar sitio a las ganaderías más bravas de la actualidad –a veces las de siempre no están pasando por su mejor momento-, hay muchos novilleros que no tienen la oportunidad de demostrar lo que valen, hay que poner precios asequibles y enseñar, sobre todo enseñar a conocer este mundo a fondo.


A mis 22 años no conozco nada que despierte algo tan intenso en mí como los toros y sé que aún me queda mucho por vivir, pero estoy segura de que ya nada podría cambiar esto, porque es lo que soy y es lo que deseo ser cada día de mi vida. Los veo nacer, los veo crecer a diario, los veo cuando están enfermos, los veo cuando los curamos, los veo cuando los protegemos, los veo cuando nos desafían, los veo cuando nos prueban antes de arrancarse, los veo cuando están tranquilos en su cercado… y los veo cuando se embarcan para ir a una plaza. Es un sentimiento agridulce porque sé que lo más probable es que no vuelvan, pero siento un profundo orgullo porque soy consciente de que van a darlo todo para demostrar lo que valen. Y cuando están en la plaza y dan todo de sí mismos, sé que lo hemos hecho bien y que alguno volverá con nosotros a la finca, pero los demás han tenido una muerte digna.

Por esto y más, no sé si seré o no ecologista, ni tampoco me preocupan los requisitos para que se me considere como tal, pero sí tengo algo claro y es que amo la naturaleza. Me apasiona la paciencia que obliga a desarrollar, los colores de cada época del año, los ciclos que se repiten y nunca son idénticos. Me encanta que llegue la época de poda de las encinas para trabajar con ellas y ver que a lo largo de los próximos años rejuvenecen y se muestran aún más lustrosas. Adoro a cada animal que nace y siempre están por encima de todo. Tendré muchos fallos como persona, como todo el mundo, pero no creo que ser taurina sea uno de ellos. No me considero sádica, ni asesina, ni salvaje. Tampoco creo que ser antitaurino sea malo, en absoluto. Lo que considero nefasto es no respetar, no tener valores y utilizar la violencia contra todo el que no sea igual en algún aspecto de nuestras vidas. Tengo amigos excepcionales a los que no les gustan los toros y son exactamente iguales que a los que sí les gusta. Basta de etiquetas innecesarias y surrealistas, disfrutemos del arte y de la vida, defendamos nuestras pasiones de la forma adecuada.

2 comentarios:

  1. Enhorabuena Irene. Has expresado con dulzura y delicadeza exquisita un sentimiento que nunca podra tener un asesino o un maltratador de animales, sino una persona que los ama y lo demuestra dia a dia

    ResponderEliminar