Hoy en día no
sólo está de moda poner etiquetas a todo el mundo, sino también juzgar por
ello. Además, cada etiqueta da lugar a otras muchas asociadas automáticamente.
No se puede ser taurino sin ser un sádico, ni se puede ser ecologista sin ser vegetariano.
¿No resulta ridículo? Nos rodean las etiquetas, ya sea para taurinos o
antitaurinos, ecologistas, animalistas y un sinfín de “-istas” a los que cada
vez encuentro menos sentido. En la vida no todo es blanco o negro y no hay un
bando bueno y uno malo; ni siquiera debería haber bandos. La convivencia se
basa en la educación y en el respeto hacia las demás personas, pero eso se está
perdiendo a pasos agigantados. Me considero una firme defensora de los animales
y a ellos les dedico mi vida, no sólo durante el horario laboral, ¿por qué
entonces se me ha de colocar la etiqueta de asesina, bárbara o salvaje?
Tuve la
maravillosa suerte de vivir desde que nací en una ganadería brava y cada día he
aprendido a conocer un poco más todas las luces y sombras que encierra este
mundo. Sé que es duro asumir la sangre en el ruedo y entiendo que el que no
conozca nada de la tauromaquia, saldrá asustado de la plaza y con una visión
aterradora de este bello arte. Ésa es la imagen que tiene la mayor parte de los
antitaurinos en la cabeza, pero es culpa nuestra. Durante demasiados años se
han cerrado las puertas de las ganaderías y se han explotado los festejos sin
importar las condiciones de los mismos; se han cometido muchísimos
despropósitos que ahora están pasando factura.
Para salvar
esto hace falta renovar muchos detalles, pero también cuidar otros. No se puede
seguir escondiendo la vida del toro en el campo, no se puede consentir que
salgan novillos con cuerpos de cuatreños en las novilladas con chicos que
apenas han empezado a torear, en las plazas más importantes se tiene que dar
sitio a las ganaderías más bravas de la actualidad –a veces las de siempre no
están pasando por su mejor momento-, hay muchos novilleros que no tienen la
oportunidad de demostrar lo que valen, hay que poner precios asequibles y
enseñar, sobre todo enseñar a conocer este mundo a fondo.
A mis 22 años
no conozco nada que despierte algo tan intenso en mí como los toros y sé que
aún me queda mucho por vivir, pero estoy segura de que ya nada podría cambiar
esto, porque es lo que soy y es lo que deseo ser cada día de mi vida. Los veo
nacer, los veo crecer a diario, los veo cuando están enfermos, los veo cuando
los curamos, los veo cuando los protegemos, los veo cuando nos desafían, los
veo cuando nos prueban antes de arrancarse, los veo cuando están tranquilos en
su cercado… y los veo cuando se embarcan para ir a una plaza. Es un sentimiento
agridulce porque sé que lo más probable es que no vuelvan, pero siento un
profundo orgullo porque soy consciente de que van a darlo todo para demostrar
lo que valen. Y cuando están en la plaza y dan todo de sí mismos, sé que lo
hemos hecho bien y que alguno volverá con nosotros a la finca, pero los demás
han tenido una muerte digna.
Por esto y
más, no sé si seré o no ecologista, ni tampoco me preocupan los requisitos para
que se me considere como tal, pero sí tengo algo claro y es que amo la
naturaleza. Me apasiona la paciencia que obliga a desarrollar, los colores de
cada época del año, los ciclos que se repiten y nunca son idénticos. Me encanta
que llegue la época de poda de las encinas para trabajar con ellas y ver que a
lo largo de los próximos años rejuvenecen y se muestran aún más lustrosas.
Adoro a cada animal que nace y siempre están por encima de todo. Tendré muchos
fallos como persona, como todo el mundo, pero no creo que ser taurina sea uno
de ellos. No me considero sádica, ni asesina, ni salvaje. Tampoco creo que ser
antitaurino sea malo, en absoluto. Lo que considero nefasto es no respetar, no
tener valores y utilizar la violencia contra todo el que no sea igual en algún
aspecto de nuestras vidas. Tengo amigos excepcionales a los que no les gustan
los toros y son exactamente iguales que a los que sí les gusta. Basta de
etiquetas innecesarias y surrealistas, disfrutemos del arte y de la vida,
defendamos nuestras pasiones de la forma adecuada.
Sensacional, como siempre.
ResponderEliminarEnhorabuena Irene. Has expresado con dulzura y delicadeza exquisita un sentimiento que nunca podra tener un asesino o un maltratador de animales, sino una persona que los ama y lo demuestra dia a dia
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